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Lana, aguja y telar por Beatriz Bermejo. 

 

 

Licenciada en Historia por la Universidad de Valladolid, Máster en Gestión de Patrimonio-Histórico Cultural por la Universidad Complutense de Madrid. 

 

Coordinadora de exposiciones  y colaboradora en distintas instituciones estatales. 

 

Apasionada de la moda y del estudio de la misma a lo largo de los siglos.

 

 

 

 

La idea de mi participación en el blog vino del deseo de dar a conocer el estudio y dar conocer la historia de la indumentaria.   Mi interés por este mundo nació hace mucho tiempo, incluso antes de saber que quería estudiar Historia en la Universidad de Valladolid.

 

El estudio de la indumentaria va tomando fuerza, poco a poco,  como tema de investigación.  En los últimos años han proliferado este tipo de estudios, pero sin embargo, el estudio de indumentaria de época historia sigue siendo un tema espinoso en cuanto a su análisis, debido principalmente a la falta de conservación de piezas.    Sin embargo, tengo que confesar que hay algunos blogs de esta temática, pero que traten la indumentaria histórica, muy pocos.

 

La indumentaria no es sólo  ropa que se usa en un determinado momento, sino que es el reflejo político, económico y social de una época.  Siendo un elemento de identificación clave en algunos momentos de la Historia, siendo objeto de estudio de este blog, la época medieval.

 

Se conservan muy pocos ejemplares de indumentaria de este periodo de forma física.  La colección más importante se encuentra en el Monasterio de Las Huelgas (Burgos), cuya visita es prácticamente obligada a todo investigador que quiera contemplar y entender la evolución de la indumentaria. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En muchos casos, sin embargo, nos tendremos que guiar en las representaciones en relieves y representaciones artísticas.  Por suerte, los ejemplos son muy diversos y permiten el estudio.   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como hemos explicado anteriormente, el concepto “Moda” es un término moderno y en estos siglos, se vestía con lo que había, es decir, las telas se confeccionaban con los materiales que se obtenían principalmente de la naturaleza.  Por este motivo este primer post me gustaría dedicarlo a los tipos de tejidos textiles existentes en ese momento y como fueron evolucionando.

 

  • La lana es una fibra natural que se obtiene de los caprinae (cabra y, principalmente, ovejas), y de otros animales como llamas, alpacas, guanacos, vicuñas o conejos, mediante el proceso esquila de las mismas. Su uso es muy antiguo, ya que era una de las principales materias primas que tiene el hombre a su alcance.  Se podían confeccionar desde sacos, mantas, guantes, calcetines, etc.     Por las características de mantener el calor corporal, estos productos se utilizaban en zonas frías.  En España, como en el resto de Europa, la lana y el lino son de producción nacional, y producen tejidos mediante sistema de tejeduría y decoración muy básicos, sin ninguna pretensión industrial.  La lana que gozaba de mayor reconocimiento por su finura, brillo y color fue la merina. Pero depende de la raza de la oveja, se consigue una características diferentes :

 

 

RAZA DE OVINO                                               GROSOR                                                      USO

Merino                                                                   fina                                               tejidos muy finos

Corruedale                                                       cruza fina                                             tejidos finos

Romney marsh                                               cruza media                                      mantas y paños

Lincoln                                                            cruza gruesa                               alfombras, felpudos, etc

Criollas                                                        es la más gruesa                                         alfombras

 

 

La oveja merina, procedía del norte de África, la cual pasó al reino de Castilla sin mucha dificultad, donde se  adaptaría con rapidez por el Concejo de la Mesta.

 

  • Las pieles de animales muy diferentes.  En la Edad Media tenemos constancia de que estaban mal trabajadas y su procedencia era principalmente local, pero las más comunes podían ser  de liebre, ciervo, vaca, cordero y caba.  La más cotizada era de la marta - mamífero carnívoro de pequeñas dimensiones (entre 25 a 50cm) muy común en Europa y Oriente Medio .  El comercio de la piel de algunos de estos animal  llegó incluso a estar limitado y tener impuestos especiales.   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  • Los cueros son una de las materias más resistentes y flexibles.  Su naturaleza proviene de una capa de tejido que recubre a los animales.  Se separa la capa de piel del cuerpo de los animales, eliminando pelo o lanas (salvo que se quiera conservar).  Se somete a un proceso de curtido, lo que dará el aspecto físico que conocemos actualmente.

  • El algodón.  fibra de origen vegetal que llegó a España gracias  a los árabes y se siguió cultivando y trabajando durante los siglos posteriores, llegando a convertirse en un básico en la actualidad. aunque se utilizaba casi por exclusiva para verano.  Su coste era tan alto, mayor que el lino, que no se sustituyó la confección de ropa blanca hasta finales del siglo XVIII, cuando con las nuevas máquinas de confección agilizaron el proceso técnico.

  • El lino procedía, principalmente, de las regiones de los ríos del Nilo,  Éufrates y Tigris.   En España se cultivaba en las zonas de Valencia, Almería y Granada.

  • La seda  existió en China desde el Neolítico.  Su  expansión a otras zonas territoriales se logró por el cultivo de la morera blanca, imprescindible para la manutención del gusano de seda, necesitaban  una altitud  determinada y un clima templado.   Aun así las regiones montañosas de China central y oriental, es donde se conseguía la seda de mayor calidad.

 

 

Monasterio de las Huelgas en Burgos. Fotografía de Beatriz Bermejo. 

 

 

Capitel de las Tres María ante el sepulcro. Ermita de Santa Cecilia de Vallespinoso de Aguilar (Palencia). Fotografía de "La Huella Románica". 

 

 

Marta. Fotografía tomada de aecuvis.org  

 

 

 

Si pensamos en cómo vestía la población en la Edad Media, por supuesto nos tenemos que olvidar de colores llamativos o de difícil definición.

 

Los tintes que se utilizaban provenían de la propia naturaleza, es decir, eran pigmentos o sustancias colorantes de animales (insectos, moluscos), de minerales (óxido de hierro y de zinc, sílice) y plantas (la mayoría provenían de raíces, bayas, cortezas, hojas, hongos..). Empleados desde tiempos prehistóricos para teñir fibras vegetales como ropa o fibras animales como la tintura de pieles, etc.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hasta mediados del siglo XIX no se obtuvo colorante sintético, de la mano del químico inglés William Henry Perkin. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay dos factores: el ambiental y el histórico- económico, que inciden en el uso y fabricación de los tintes. El primero, depende en exclusiva de la propia naturaleza , pero el segundo está íntimamente relacionado con el propio desarrollo que se produce en una sociedad. Aunque el hecho histórico más destacable y que es el mejor ejemplo del cambio del uso de tintes fue el descubrimiento de América, ya que supuso la llegada de nuevas materias colorantes, como por ejemplo el insecto cochinilla (que produce tinte rojo)  y el palo Campeche (tinte negro).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La razón del éxito de la cochinilla se debió a varios factores; la primera su capacidad tintórea frente al resto de tintes rojos conocidos hasta entonces, además de la tonalidad que podía alcanzar. Además este insecto estaba domesticado, por lo que se podía cultivar con facilidad. Con respecto al palo Campeche, es un árbol que se reproducía con cierta facilidad, a pesar de necesitar ciertas condiciones ambientales.

 

Con respecto al uso de hilos metálicos, tenemos constancia de su uso desde la Antigüedad, para enriquecer ciertos tejidos. En el siglo IX apareció un nuevo tipo de hilo metálico, conocido como “oro de chipre” u oropel. Consiste en un alma de fibra de textil por una de tipo de animal que a su vez lleva pegada la lámina metálica. Este material sobrevivió hasta el siglo XIV, cuando los hilos metálicos empezaron a estar formados por un alma de fibra textil que llevaría enrollado una lámina de metal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PROCESO DE CONSEGUIR EL TINTE:

Las telas pueden colorearse una vez tejidas (tinte en la pieza), se pueden teñir las fibras sueltas en una cuba (tinte en bruto) y, por último, puede teñirse el hilo o filamento antes de tejerlo (tinte en el hilo).

Los textiles pueden pasar por el teñido en cualquier etapa de su fabricación: fibra, hilo o tejido. Estos textiles se tiñen para tener telas con dibujos o diseños coloridos de alta calidad. El más sencillo de todos los procesos es el teñido indirecto, el cual consistía en tratar el tejido con una solución fijadora llamada mordiente, (sustancia empleada para fijar los colores en los productos textiles y cuya función consistía en favorecer la fijación del colorante en las fibras. Este término se suele usar principalmente para designar aquellas sales metálicas (de aluminio, hierro, plomo ...), ácidos (el ácido tánico, usado para fijar colores básicos), sustancias orgánicas (caseína, gluten, albúmina, ...), etc., que sirven para fijar los colores de estampados en los textiles que es la que absorberá el tinte con el textil. Luego se sumerge el tejido en un baño de tinte. Entre los mordientes más comunes están el uso de una disolución con una sal metálica y un baño con amoníaco; otro usado, es el teñido con cromo, que refuerza la permanencia de un color en materiales diversos como la seda, la lana y el nylon.


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Tintes. Fotografía tomada de www-artesaniayoficio.es 

 

 

William Henry Perkin. Fotografía tomada de www.buscabiografias.com  

 

 

Haematoxylon campechianum. Fotografía tomada de www.wikipedia.org 

 

 

Cochinilla. Fotografía tomada de www.blogodisea.com  

 

 

Alma de tejido. Fotografía tomada de  www.cabelcentrosac.com

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RELIGIÓN- MODA. INICIO DEL BINOMIO DE LA CONDICIÓN.

 

La cristiandad, religión mayoritaria en la Europa medieval, establecía un vestuario que cubriera la mayor parte posible del cuerpo. Las mangas y perniles cada vez se alargaban más y se usaban camisas largas.

 

En los primeros años los trajes de la antigüedad se mezclaban con los medievales, hasta que empezó a establecer un reglamentación para la indumentaria, dónde se fijaba como cada persona, dependiendo de qué estamento pertenecía, le era permitido vestir de una manera y otra.   Pero eso no impedía que muchos campesinos se vistieran lujosamente e imitaron el estilo de la nobleza, a menudo tan solo para burlarse de los nobles.

 

INDUMENTARIA

 

El vestuario de la población rural era muy simple y sobre todo funcional ya que no podía dificultar el trabajo que realizaban en el campo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los trajes de las mujeres eran largos y plegados y tan solo se mantenía por un simple cinturón. En verano eran de manga corta y en invierno de manga larga. Si la mujer llevaba algún tocado, usaba una caperuza hecha de fieltro.  Su calzado era entallado de una madera suave o hecho de piel. Ellas se hacían sus propios vestidos y usaban materiales como lino, lana o piel. Teñir era algo que solo se podía permitir la nobleza y llevarlas era según el ordenamiento algo reservado para las mujeres nobles, los trajes de las campesinas solo solían ser de color negro, gris o marrón.  Las formas del vestuario eran simples, basándose en un traje interior y superior.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la Europa del siglo XII se empezaron a difundir por vez primera la tejeduría de la seda. Los trajes de seda  fueron elaborados con hilos de oro y decorados con pedrería.  Pero estos vestuarios lujosos tan solo se podían permitirse los nobles. A finales de ese mismo siglo, evolucionaba la manera de vestirse. Las colas de los trajes cada vez son más largos como también los tocados que se elevaron y eran más puntiagudos, como las catedrales góticas que estos años empiezan a construirse. Esto hacía que los cuerpos parecían ópticamente más alargados.

 

Con el paso de los siglos, poco a poco iba vislumbrando más piel de la persona, algo que disgustaba sobre todo a la iglesia. Los trajes empezaron a ser cada vez eran más ajustados y los escotes de las mujeres se ampliaban.

 

La indumentaria del hombre era cada vez más ajustado y los pantalones cada vez más cortos con el fin de lucir sus piernas, símbolo de hombría.  El vestuario cada vez era más alegre y colorido. Las prendas se teñían de dos o más colores y varias estrategias como la de las aberturas, que permitía observar el forro interno de la ropa de un color contrastante al superior. Los hombres solían llevar túnicas y jubones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En el siglo XIV, la hopalanda se hizo popular entre los hombres como también entre las mujeres.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capitel trabajadores cargando argamasa en uno de los capiteles del desparecido monasterio de Valdecal (Palencia). 

 

 

Las tres Marías antes el sepulcro de la ermita de Santa Cecilia de Vallespinoso de Aguilar (Palencia). 

 

 

Capitel hombre trabajando en unos de los capiteles del desaparecido monasterio de San Pedro de Valdecal (Palencia). 

 

 

Foto Hopalanda. Fuente: FUENTE: http://estilove.com/). 

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EL CALZADO EN LA EDAD MEDIA.

 

Durante la Edad Media, el calzado permaneció bajo la influencia de los modelos romanos antiguos. Los francos usaban zapatos equipados con correas que subían a media pantorrilla. Sólo los líderes usaban zapatos puntiagudos.  Los zapatos tenían formas diferentes para el pie izquierdo y el derecho.

 

Los zapatos eran muy costosos durante este periodo y por eso aparecen en testamento y en donaciones a monasterios. El coste también explica porqué un prometido ofrecía a su futura mujer un par de zapatos bordados antes del matrimonio.

 

Los zapatos con correas o bandas siguió usándose hasta el periodo carolingio, teniendo en cuenta que el modelo de la mujer estaba más adornado que el masculino. Por motivo de las guerras, los soldados empezaron a proteger mejor sus piernas con perneras de cuero o metal llamadas “grebas”. 

 

En el siglo IX, un zapato conocido como “heuse” hecho de un cuero suave  que cubría la pierna anunció la llegada de la bota.   El propio Carlomagno usaba botas simples con correas que entrelazan la pierna, para ceremonias, usaba botas decoradas con piedras preciosas y atadas con cintas. El intercambio frecuente entre Francia e Italia promovió un gusto por todo lo relacionado con la realeza y el zapato se convirtió en objeto de gran lujo y deseo.

 

En el mundo religioso también tuvo su importancia, ya que se empezó a tratar en los concilios  el uso de calzado litúrgico par dar la misa.   Estos zapatos estaban hechos de tela y cubrían totalmente el pie del clérigo.

 

El uso de los zapatos se extendió en el siglo XI. el tipo de zapato más común en la edad Media fue el zapato abierto amarrado con una correa mediante una hebilla o un botón.  aunque también había de tipo veraniego, un botín para el verano que llegaba a la altura de tobillo, hecho con cuero suave y ligero.  

A principios del siglo XII las formas de los zapatos se alargaron.  Con las Cruzadas llegó a Occidente la moda de la punta exageradamente larga que en Oriente era tan común, en base al modelo con la punta curvada hacia arriba de las culturas sirias, acadie e hitita tan antiguas.  Fue una moda que pronto la adaptaron cualquier persona de la condición social que fuera, por lo que las  autoridades  respondieron regulando el largo de la punta de los zapatos según la estamento social al que se pertenecía (6 pulgadas para los plebeyos, un pie de lago para los burgueses, 18 pulgadas para los caballeros, 2 pies para los nobles y 30 pulgadas para los príncipes, quienes además las tenían que mantener elevadas con cadenas de oro o plata fijadas a sus rodillas àra poder caminar)

 

 

Tipología de calzado medieval. Fuente: geohistoria-apuntes.blogspot.com. 

Los zapatos de suela plana perduran todo el medievo, aunque empezaba a surgir un tacón.  pero tenemos que tener en cuenta que ese complemento era  considerado un artículo raro y costoso, por lo que se usaban suelas de madera protectora para caminar por las calles lodosas. pero éstas hacían demasiados ruidosos, por lo que estaba estrictamente prohibido llevarlos en la iglesia

 

 

Recreación de los zapatos de un campesino medieval. Fuente: animefeiry2.deviantart.com 

 

 

Calzados en uno de los capiteles románicos de la ermita de Santa Cecilia de Vallespinoso de Aguilar (Palencia). Fuente: La Huella Románica. 

BIBLIOGRAFÍA

 

· BOSSAN, Marie-Joseph. El arte del zapato.  Edit. Edimat, 2008

· CASELLI, Giovanni, El Imperio Romano y la Europa Medieval, Edit. Anaya.

· MARTÍN DE RETANA y ALONSO PÁEZ, Historia del vestido II. Edad Media. La Gran Enciclopedia Vasca.

· MÁRQUEZ DE LA PLATA, Vicenta, Los españoles de hace 900 años,
Edit. Tibidabo, Barcelona, 1997

 

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LA TÚNICA COMO PRENDA ESENCIAL. 

 

 

En el siglo XI la indumentaria tenía una fuerte influencia bizantina, se caracterizan por  ropas largas y ampulosas, de anchas mangas, túnicas y mantos. Los pantalones largos quedarán confinados a los campesinos, y las clases pudientes llevarán calzas ceñidas a las piernas con ligas o sujetas con cintas al cinturón o camisa.

 

Una prenda imprescindible en este siglo es la TÚNICA. En España, a diferencia del resto de Europa, tenían una  gran variedad y muchas tienen nombres de origen árabe.  Las más importantes eras:

 

  • La mutebag era ajustada y sin mangas.

  • Mofarage o mofarrex tenía una abertura desde la cintura, dejando las piernas descubiertas.

Las clases pudientes llevaban túnicas de diferentes longitudes que se llevaban superpuestas. Las túnicas exteriores se llamaban pintelles o aljubas (término usado en siglos posteriores para designar a la prenda usada sobre todas las demás). Hay también referencias a la adorra, la cual se abotonaba por la parte delantera, quizás esta sea la referencia más antigua de la posición de los actuales botones. También hay túnicas alargadas por detrás hasta los tobillos (a veces en puntas) y hasta con una cola rectangular por detrás.

Las materias primas con las que se confeccionaban las túnicas eran principalmente de lana y lino y, en el reino de León, se las podía ver confeccionadas en seda coloreada. Lo cual nos indica la manufactura de telas de seda de la España musulmana que en esta época competía con Oriente.   

 

Las prendas se decoraban en su mayoría con bordados en los puños, mangas y/o hombros. Una misma prenda podía estar hecha de diferentes colores de tela. Los tejidos eran decorados con pequeños diseños que ocupaban toda la tela, especialmente grupos de tres puntos, y también con diseños de rayas más grandes.


 

 

 

Las Tres Marías ante el sepulcro. Ermita de Santa Cecilia de Vallespinoso de Aguilar. 

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La moda del siglo XII. 

 

 

Entre los años 1170 y el 1340, las vestiduras de los hombres y las mujeres eran prácticamente iguales, y se basaban principalmente en diversas túnicas sencillas, cortadas en forma de T, y ajustadas con cordeles o con cinturones muy básicos.. La única diferencia entre el ambos sexos es que la largura de la túnica de la mujer llegaba hasta los pies, mientras que la del hombre podía enseñar las piernas.

 

 


 

 

 

Pareja hombre y mujer. Fuente: www.historiaviva.org

Para evitar el frío, se utilizaban calzas que se enganchaban en una especie de ligueros que pendían de la cintura. Los tejidos eran variados, aunque lo más común era el paño de lana. Sin embargo, ya se elaboraban otras materias y, desde Oriente, llegaba con frecuencia mercancía tejida en lana. Aunque el algodón y el lino eran en la España de estos siglos..


 

Una pieza típica de la Península Ibérica era la capa con una abertura para introducir el brazo izquierdo. También existía el albornoz, que era una prenda habitual entre los musulmanes, la cual era de lana hecho con estambre muy retorcido y fuerte, a manera de cordoncillo, y con el que se confeccionaba normalmente una capa con capucha.


 

 

 

Hombre con capa. Fuente: www.historiaviva.org

Las clases más bajas son los que visten los primeros pantalones, conocidos como vale,  y los judíos también empezaron a llevar esa prenda, llamados tubrucos. Los cuales eran una derivación de las calzas germánicas, al principio sólo cubrían la parte de los cuádriceps, y se llamaban femoralias.


 

 

 

Foto: Juglares. La curiosidad de esta imagen está en el vuelo acampanado de los bajos de los tubrucos. Mediados del XII. Iglesia de San Juan de Bohí, (La Vall de Boí, Alta Ribagorça),  ©Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona (detalle) 

BIBLIOGRAFÍA

 

●  Bernis Madrazo, Carmen: Indumentaria Medieval Española, Instituto Diego Velázquez, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, 1956.

 

●  Descalzo, Amalia: Apuntes de moda desde la Prehistoria hasta época moderna.

 

 


 

La moda del siglo XIII. 

 

 

El siglo XIII es una centuria en la que se introducen importantes novedades en la moda, evolucionando las prendas del siglo anterior y creando otras nuevas. La saya sigue siendo la prenda estrella, pero esta vez con la novedad de ser una saya encordada, es decir, una saya totalmente ceñida al cuerpo, gracias a las cuerdas que cierran grandes aberturas practicadas en la prenda, ya fuera en un lateral o en la espalda.   La dama vestía la saya con cuerdas a partir de los ojetes practicados en los laterales para enganchar los cordones y producir un efecto de ajuste al cuerpo hasta la cintura, a partir de la cual cae con amplio vuelo cubriendo hasta los pies. Curiosamente, cuelgan del hombro grandes mangas falsas que se enrollan por los brazos.

 

Un traje que se colocaba encima  y que tuvo gran éxito, tanto en esta centuria como en la siguiente, es el pellote. Es un vestido sin mangas que presenta grandes aberturas laterales que dejan ver las prendas de debajo; puede estar o no forrado de piel. Es una prenda original de la indumentaria gótica española y de aquí pasa su uso a todo el Occidente, que lo adopta introduciendo, en algunos casos, variaciones[1].

 

 

 

 

 

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[1]  BERNÍS MADRAZO, C., Indumentaria medieval..., p. 21.

[2]Según la RAE, la garnacha es una especie de toga que usan los distinguidos con tal condición; ropa talar, con mangas y amplios cuellos desde los hombros hasta la espalda (como la de los jueces y doctores).

[3] Según la RAE, el tabardo es una prenda de abrigo, hecha con telas toscas y usada

por la gente de campo.
[4] MENÉNDEZ PIDAL, G., La España del s. XIII leída en imágenes..., p. 65.

 

Otra prenda de encima que aparece en el siglo XIII es la garnacha[1]: ropa gruesa, amplia y cómoda. Es una vestidura talar con mangas cortas unidas lateralmente a la prenda y que no llegan más allá del codo, puede llevar o no capucha. Los brazos se pueden sacar tanto por las anchas mangas como por las hendiduras laterales que presenta la pieza. La garnacha puede estar forrada de piel, de diversos tipos.

 

 

 

Otra de las ropas que nacen en esta centuria es el tabardo[3]–según  G. Menendez Pidal[4]–; se caracteriza por sus largas mangas colgantes, que caen desde los hombros hasta media pierna. Teniendo en cuenta esta longitud, claramente no servían para meter por ella los brazos, sino que estos salían por unas aberturas llamadas maneras. Como en la moda del siglo XII, el juego de las mangas va a caracterizar también las prendas de este siglo. En principio, era ropa propia de caminantes y podía ser impermeable para la lluvia, pero, posteriormente, pasó a ser un vestido muy generalizado en todo el Occidente cristiano, y lo usaba desde el rey a las gentes de la ciudad o del campo.

 


 

 

 

Sin embargo, Los mantos siguen siendo las prendas sobretodo más solicitadas. De la capa afiblada propia del siglo XII se pasa a subsanar ciertas dificultades de esta ropa, por medio de la capa con cuerdas. Este manto de patrón semicircular se anudaba a los hombros por medio de cordones, lo que daba gran libertad de movimientos.

 


 

 

 

Otro elemento de la moda que conllevo grandes innovaciones fueron los sombreros.   Para las mujeres el capiello, y la posibilidad de dejar al descubierto su cabello, se pasa al capirote de los hombres, que no es otro cosa que independizar la capucha de la túnica. La capucha podía ser introducida normalmente por el agujero destinado a la cabeza o meterse por la abertura de la cara; esta forma tan peculiar de ponerse el verdugo es un rasgo del vestir que nace en este siglo y tendrá continuidad en la centuria siguiente. El sombrero de ala ancha típico de los peregrinos continúa caracterizando al Apóstol Santiago.

 

La cofia aparece como tocado de carácter civil en esta centuria. El nombre se empleaba ya para designar el gorro de tela con que ceñían el pelo los guerreros y sobre el que se acoplaba el almófar de la loriga. En este siglo se independizó del traje militar y pasó a constituir un tocado de carácter civil de mucho éxito en todos los grupos sociales. La principal diferencia entre las clases consistía en que los grupos su- periores no la llevaban a cuerpo sino que dejaban ver la cofia bajo un tocado más complicado; los trabajadores del campo y de la ciudad la vestían generalmente sola.


 

 

 

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