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El románico, un arte de emociones. 

Las construcciones románicas son pequeñas en extremo, de escaso y grosero ornato”, estas palabras dichas por Jovellanos en el siglo XVIII se han mantenido durante mucho tiempo en referencia al románico; pero poco a poco esta consideración ilustrada ha ido perdiendo fundamento y, a día de hoy, la percepción que se tiene de dicho estilo artístico es completamente diferente.

 

Os traigo dos ejemplos del románico palentino donde se percibe la emoción, donde las figuras muestran sus sentimientos y donde el espectador corrobora que el románico es más que simple piedra.    â€‹

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La primera muestra la encontramos en los rostros de las madres que aparecen tallados en el capitel de la matanza de los inocentes que custodia la ermita de Santa Cecilia de Aguilar de Campoo.

 

Son varios los rostros que aparecen; pero, sin duda, la cara de la madre situada en la parte central del capitel es la que capta nuestra atención. La madre se coloca en un plano secundario, pues los protagonistas de la escena son Herodes y sus soldados.

 

 

Herodes aparece en la esquina izquierda, es curioso como levanta su dedo índice (excesivamente largo) y apunta hacía los soldados. ¿Qué indica con este gesto? Herodes les encomienda su misión y al espectador le indica que el protagonismo está en la propia matanza de los inocentes. Los soldados llevan cota de malla que les cubre completamente a excepción de los ojos, consiguiendo así un halo de anonimato, mientras los niños se sitúan entre sus espadas.

 

 

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Como decía, si bien el protagonismo de la escena recae en estas figuras (así se quiere transmitir al público para que el que está pensada dicha iconografía) para mí sobresale por encima de todo, la cara dramática de la madre que presencia horrorizada la escena que tiene delante. La mujer aparece con el pelo cubierto, los ojos desorbitados y llevándose las manos a la cara. ¿Quién no puede sentir la rabia, el horror, la angustia de esa madre?

 

 

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La segunda iconografía, a la que voy hacer referencia, se encuentra en uno de los capitales del monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo que actualmente están recogidos en el Museo Arqueológico de Madrid. El capitel muestra la representación del descendimiento, en él encontramos a Nicodemo y a José de Arimatea, mientras uno utiliza unas tenazas para quitarle los clavos, el otro recoge el cuerpo de Jesús; pero, la atención recae en la figura que se sitúa a la izquierda de la escena.

 

 

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La Virgen María toma el brazo de su hijo, y de forma muy sutil besa su mano. Esta imagen, es una explosión de emociones, transmite tan bien la dulzura de una madre que despide a su hijo. Ese beso que deposita en la llaga es la mejor muestra de amor.

 

 

El románico para mí es emoción y a través de estos dos ejemplos podemos ver que en las piedras también se recogieron los sentimientos más humanos. Crueldad, dulzura, horror y amor, buscad en los capiteles de nuestras iglesias románicas encontraréis tantos sentimientos que nunca más pensareis que lo grotesco es sinónimo de románico.

 

 

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