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Al detalle: Un mensario en la ermita de Santa Cecilia de Vallespinoso de Aguilar. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de analizar un calendario agrícola es que estos no siguen la ordenación de meses a la que estamos acostumbrados, comenzando por enero, sino que el calendario lo marca la vida agraria. La forma de vida y producción del hombre medieval está marcada por el tiempo agrícola, el cual comienza en otoño con la arada y la siembra.

 

Desde finales de septiembre, el hombre medieval alterna los trabajos de arado y siembra con la vendimia. Estas escenas de siembra del cereal nos muestran la importancia que este tenía en la producción agraria medieval, siendo el ingrediente básico de la dieta del hombre de estos siglos.

 

En la mayor parte de los calendarios, noviembre es representado con la matanza del cerdo; el sacrificio del animal era muy importante, porque se aseguraba la existencia de carne para pasar el invierno. El cerdo era un animal muy preciado, cuyo mantenimiento no era muy costoso, de ahí su continua representación. Es habitual también ver imágenes que representaban la montanera, que tenía lugar en octubre y que consistía en alimentar al cerdo.

 

Diciembre, Enero y Febrero, nos hacen referencia a la inactividad propia de los meses de invierno, donde la gente se quedaba en sus casas resguardándose del frío. En Diciembre se representa el banquete de la Navidad, donde se da buena cuenta de todos los productos recogidos durante del año.

 

La primavera estaba representada por los meses de Marzo, Abril y Mayo. En Marzo dejando atrás el frío, el campesino abandona su hogar y se dedica a acondicionar el huerto, atender a su ganado y a cuidar sus sembrados. Sin embargo, la tarea que más se representa en los calendarios es la poda y el cuidado de la viña que se llevaba a cabo en este mes. La vid junto con el cereal eran los dos productos más importantes de la dieta del hombre medieval, por lo que siempre dejaba un terreno para el cultivo de la viña. En abril, el campesino se dedicaba al pastoreo, pero en los calendarios románicos aparece representado este mes, en las mayoría de los casos, por un joven con plantas en las manos o a su alrededor, como símbolo de las fiestas de primavera, que pese a ser fiestas paganas tenían un gran arraigo en los medios rurales. Mayo, por su parte,  era el mes de la recogida de las legumbres, de las verduras y de los frutos que daban los árboles. Generalmente, su cultivo se llevaba a cabo en pequeños huertos, cuyo cuidado recaía en las mujeres del hogar.

 

Julio y Agosto, eran meses cruciales para el campesino medieval, pues era el momento de la recogida del trigo. Si el clima durante el año había sido favorable, se aseguraban una buena cosecha, mientras que, por el contrario, si el clima había sido malo, podían no obtener los suficientes recursos para subsistir y cumplir con sus tributos, lo que podía llegar a ser catastrófico; de ahí que el hombre medieval mirara siempre al cielo y estuviera muy pendiente del clima. Estos meses aparecen representados, casi siempre, por personajes que llevan útiles de labranza en su manos, como podía ser la hoz o el mayal.

 

En septiembre y octubre se procedía a la vendimia y al trasiego del vino; estos eran trabajos muy costosos pues entrañaban varias actividades que iban desde la recolección de la uva, pasando por su fermentación hasta el almacenamiento del vino.

 

La vida de estas gentes estaba marcada por el trabajo en el campo, que era utilizado como medición del tiempo. Se acababa un año pero daba comienzo otro que iba a desarrollarse del mismo modo, en un ciclo, que como Jacques Le Goff dijo: “parece consagrado en el tiempo cíclico del eterno retorno”. 

 

 

Este capitel ha sido el que más problemas de interpretación ha creado a los especialistas.

 

Miguel Ángel García Guinea fue el primero en describirlo: “la primera lleva una especie de bastón sobre el pecho que sostiene con ambas manos, la segunda con instrumento de música, la tercera porta algo parecido a una maza, la cuarta con un violín sobre las rodillas, la quinta con bastón en idéntica postura al primero, la sexta con la mano derecha en actitud de bendecir y la izquierda con un objeto en las rodillas que pudiera ser un libro, la séptima con una especie de columna a la izquierda, y la octava, muy confusa, quizás con otra”. Nos habla de objetos variados, entre ellos instrumentos musicales; quizás esto y el hecho de que la ermita estuviera dedicada a Santa Cecilia, patrona de los músicos, llevó a Jesús Herrero Marcos a considerar que estamos ante una representación de los “Ocho modos gregorianos”. Cada personaje con su instrumento simboliza: “la bienaventurazada de los santos del cielo, la oración, las almas piadosas, los dones del Espíritu Santo, la alabanza de los Santos a Dios, la tranquilidad del espíritu justo y por último el orden cósmico resultante de todo lo anterior, representado generalmente por un personaje portando una gran vara a modo de batuta, que establece el ritmo musical”. Pero el autor nos da otra interpretación; dice que podría tratarse también de los ocho ángeles que portaban los instrumentos de la Pasión de Cristo. Estamos ante un ejemplo de lo difícil que es dar un significado definitivo a este capitel; ni las personas más expertas nos pueden decir que representan estos ochos personajes.

 

Sin embargo, en los últimos años ha surgido la teoría de que podríamos estar ante la presencia de un calendario agrícola incompleto. Esta teoría la apoyan José Manuel Rodríguez Montañes y Pedro Luis Huerta Huerta, que durante la realización del tomo de Palencia, correspondiente a la Enciclopedia del Románico, llevaron a cabo unas investigaciones en esta ermita y llegaron a la conclusión de que estamos antes los restos de un mensario: “Sobre el friso de la parte derecha de la portada vemos un grupo de nueve personajes en actitudes diversas cuya identificación resulta sumamente compleja, tanto por lo complicado de la composición como por lo desgastado del relieve. En algunos parece clara la referencia a actividades agrícolas, como en el caso del primero de ellos, que porta una especie de mayal. El siguiente sujeta un calderillo o cestillo y un objeto cortante, posible referencia a labores de vendimia, mientras su compañero maneja un objeto oblongo que se pudiera interpretar como un personaje vertiendo el vino de un odre al barrilillo, como en la portada de Beleña de Sorbe (Guadalajara). Mayor dificultad ofrecen los dos siguientes personajes, el primero removiendo en una especie de escudilla y el segundo sosteniendo un objeto alargado. El personaje de su derecha, acompañado de otra figura de reducidas dimensiones y muy perdida, aparece ante una mesa repleta de manjares realizando un gesto de bendición con su diestra (índice y corazón extendidos). Concluyen la escena dos figuras, separadas por una especie de columna, la extrema tocada con capirote y en actitud de calentarse. El conjunto de personajes, salvo el de menor tamaño junto al comensal, forman un grupo coherente, todos vestidos con túnica a excepción del rústico tocado con capucha, quien porta un sayón. El canon de las figuras es algo achaparrado y se presentan bien descalzos bien con puntiagudos calzados. Si las atribuciones avanzadas se confirmasen estaríamos aquí ante un fragmentario mensario, del tipo del citado en Beleña de Sorbe”.

 

Nosotros apoyamos la teoría de que estamos ante los restos de un calendario agrícola donde se pueden identificar los siguientes meses:

 

Julio/Agosto: Representan la recogida del trigo. Julio sería el personaje situado mas a la izquierda, parece que porta un báculo o cetro, mientras que Agosto lleva una cesta, haciendo referencia a la tarea de desgranar el trigo. 

 

 

 

 

 

 

 

Septiembre: En septiembre se aprecia al personaje vertiendo vino en un tonel. Destacaos por tanto que los primeros meses representados hacen alusión a los productos más importantes de la época, el Pan y el Vino.

 

Octubre/Noviembre: Octubre es representado con un recipiente entre sus manos, aparece removiendo el contenido del recipiente. Noviembre porta de nuevo un cetro, podemos relacionar a ambos personajes con la matanza del cerdo.

 

Diciembre: Es el más fácil de identificar, representa el llamado “banquete de la Navidad”, podemos ver la mesa donde están dispuestos los productos que se han ido recolectando durante el año. El sirviente en un estrato menor, lleva algo en las manos y se dispone a servir la mesa, mientras que el señor aparece con el dedo índice y corazón levantado en actitud de bendecirla.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Enero: A Enero siempre se le representa como un señor con capucha y las piernas abiertas en actitud de calentarse. Sabemos que es enero por la posición de la única pierna que se ha conservado, que nos indica que la figura estaría con las piernas abiertas.

 

Febrero: En Febrero vemos a un personaje acompañado de una especie de silla. Una cosa está clara y es que el calendario está incompleto, pues son solo ocho los personajes que lo conforman, parece ser que el artista no quiso o se olvidó de representar la primavera, porque faltarían los meses de marzo, abril y mayo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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